Compañeros, 

episodio del film Mala Epoca

En Compañeros había una escena en donde una pareja discutía sentada en un banco en medio de la avenida 9 de julio. Claramente estaba registrada desde otra vereda con un potente lente corto. Pero el sonido se escuchaba en primer plano. Filipelli, entonces coordinador de post producción de todo el film, recriminaba el uso del sonido, decía, si los personajes están tan lejos, ¿por qué el diálogo se escucha en primer plano? Yo no veía un problema ahí pero Filipelli arremetía con insistencia, nos decía: que el ruido de los autos tape las voces, que el diálogo no se entienda. Pero si lo que yo quiero justamente era que se entendieran. Problemas del plano versus problemas del guión, una gran discusión que atravesó todo el proceso. Muchísimas otras cuestiones de ese tipo se discutieron día a día durante unos tres años.

Mala época fue mi escuela, no los años anteriores en la Fuc en los que no hice prácticamente nada, mi escuela fueron los tres interminables años haciendo "el episódico" como se lo conoció por mucho tiempo, una película de estudiantes en donde las decisiones se discutían primero entre los alumnos y luego con los dos profesores que habíamos elegido como tutores, Jorge Goldemberg y Rafael Filipelli. Una película en proceso y a la vez en estudio. Hubo un momento clave un año después de filmarla que fue salir y hacer retomas. Todos los episodios mejoraron tras unas jornadas más alocadas, menos pensadas, al menos en mi caso, y si existe algún espasmo de frescura aún hoy en la película me atrevo a decir que fue logrado a posterior de las retomas.

También reflejó ese encuentro entre la generación de fines de los 60 y comienzos de los 70 con la nuestra. Hay algunos vínculos dentro de la flaca historia del cine argentino y la Fuc supo fomentarlas. Cierta tradición moderna que también encarnaron Fischerman, Scheuer o Becher, o los dos antes citados. Todos se acomodaron con cierta facilidad en el diálogo con las nuevas generaciones. Sin embargo Mala época, a diferencia de otras películas también surgidas en la Universidad, no respondía a los gestos y a la prosa del cine moderno. Más bien se trata de episodios muy narrativos en donde el plano es consecuencia del guión (uno podría decir que el cine moderno encarna el procedimiento inverso). Para nosotros lo vanguardista consistía en estructurar bien una historia y en que esa historia pudiera ocurrir de manera verosímil en la puerta de tu casa. Recordemos que el cine nacional había arrasado con el lenguaje cinematográfico, por aquel entonces no quedaba en pie ni una idea más o menos sutil. Junto con Pizza birra faso y Rapado, puede decirse que Mala época contribuyó -probablemente de un modo más silencioso- a derribar ese muro de Berlín que se llamó cine nacional. Y todas ellas permitieron que luego existieran otro tipo de películas, incluso aquellas que sí respondían a la tradición del grupo de los 5. Pero duró poco, ladrillo a ladrillo el cine nacional ha vuelto a construir ese muro sólo que ahora con mucho más dinero. 

Texto publicado en Revista de Cine número 2, 2016